sábado, 13 de septiembre de 2008

Un vida entera de papel

"Cuando miro hacia atrás sólo veo una vida entera de papel", confiesa el protagonista de Cien clavos, la última de las películas del viejo Ermanno Olmi, sobre una nueva especie de anacoreta: un profesor de filosofía que, a punto de publicar una nueva obra, decide abandonar todo tras una espectacular acción simbólica: llena la biblioteca de libros antiguos de su universidad de volúmenes clavados en el suelo. Se retira a una casa abandonada a orillas del Po y se convierte en una suerte de contrafigura de Cristo para una comunidad de entrañables jubilados y pueblerinos, si no fuera porque... (no lo desvelaré: la película es imprescindible, aunque sólo la hayan estrenado en una sala de Madrid). No diré que nunca haya pensado hacer algo parecido: lo pienso todos y cada uno de los días. La nostalgia de la vida me acompaña en cada momento; nunca me he confundido: una vida de libros no es más que una vida de papel. Ermanno Olmi, de quien solamente conocía La leyenda del Santo Bebedor, a quien le han homenajeado con el León de Oro de Venecia a sus cincuenta años, muestra aquí una sabiduría antigua que sólo la experiencia puede dar. Como Manoel de Oliveira, como antes Antonioni, son seres iluminan la cultura con una luz que no viene desde fuera sino desde los estratos más profundos de la humanidad. Había pensado escribir hoy sobre el cinismo de buen tono que tanto prolifera entre mis colegas filósofos, sociólogos, periodistas,..., sobre esa mirada tan aparentemente "realista" sobre la cultura en la que todo son intereses pequeños y pasiones pequeñas. Había pensado hablar sobre un adjetivo que está en una de las primeras posiciones de mis desprecios, el "buenismo", con el que muchos de ellos califican discursos que no se han abandonado al cinismo y conservan la resistencia del recuerdo por las buenas intenciones. Había pensado reflexionar brevemente sobre qué parte de la realidad se ve desde este teatro de la universidad, pero Ermanno Olmi ya lo ha hecho infinitamente más claramente. "¿Pertenece usted a alguna organización subversiva o terrorista?"-- le interroga el policía--. "Sí". "¿A cuál". "Al claustro de profesores". " Pero eso no es una organización terrorista". "A veces sí". Se me ocurre que ciertas expresiones y formas de mirar el mundo no son más que terrorismo verbal de vidas de papel. Salud.

2 comentarios:

  1. Es cierto Fernando, parece que la red de conocimientos, placeres, experiencias, sueños...que se va tejiendo alrededor de nuestras vidas con la suma de cada una de nuestras lecturas, amenaza con convertirse frecuentemente en una tela de araña que nos limita para la acción, y no en esa sólida red elástica que nos impulse a ella.

    Enhorabuena por tu blog, cada día resulta más interesante.

    César

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  2. Gracias, sí ése es exactamente el punto.

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