viernes, 10 de agosto de 2012

Life





Me cuesta este verano tomar la palabra en el blog. Me cuesta no por desidia sino por desconfianza en la palabra que podría tomar, por desconfianza en la capacidad reflexiva de uno y por desconfianza en el propio lugar del pensamiento y el lenguaje en una realidad herida. Dedico buena parte del día a encontrar nuevos modos de pensar sobre la experiencia filosófica de nuestros días y a configurar un programa de curso en el que hablar de y desde lo que nos pasa sin dejar traslucir el desfondamiento, que es lo que nos pasa, sino tratando de apropiarnos de nuestro estado de desesperanza y repensar en las condiciones de posibilidad de otra realidad.
Y así, ojeando, hojeando, dando vueltas, paso las páginas del archivo Google de las fotografías de la revista Life, que son como las páginas de las imágenes de un siglo. Es Life la revista a la que se refiere Susan Sontag en sus trabajos sobre la fotografía, pues fue una revista generacional, como algún día lo serán las páginas de la prensa que abrimos por la mañana.
Y encuentro la espalda de este negro, esclavo huido que tomó parte en la Guerra Civil americana y muestra ante el fotógrafo esta topografía del dolor como un mapa en el que encontrásemos los senderos que habrán de guiar los pasos de un nuevo modo de repensar lo real.
Porque si el modernismo fue el tiempo de la esperanza y el posmodernismo de la melancolía, esta imagen que viene de los estratos profundos de la violencia y la dominación me sugiere que son nuevas las emociones que habrán de dar sentido a nuestro tiempo. Pues las emociones pueden ser reacciones viscerales, y entonces deben ser moduladas por la reflexión, pero también pueden ser el poso que deja en el alma la experiencia histórica y entonces son los depósitos de sabiduría si no de conocimiento.
Y la tranquila mirada de este hombre, que contrasta con la fuerza que desprende el testimonio de su piel, me habla de que estemos quizá ante una clave sobre lo que habrá de ser nuestro trasfondo metafísico y sentimental para los tiempos que corren.
Vida, Life. Así. Con esta tranquilidad con la que deberemos mostrar el daño. Sin esconderlo, sin gestos, sin otras pasiones que las que desde el fondo de sus ojos nos muestra este hombre.

2 comentarios:

  1. Vivimos tiempos salvajes y confusos, pero también maravillosos. Esa espalda azotada de un esclavo me hace pensar en tanto que ha pasado en tan sólo un siglo y medio: la guerra de secesión, la lucha por los derechos civiles, la generalización del uso de productos de consumo, la creacíón de gran cantidad de empresas, la aglomeración de la población en ciudades, la rapidez en los flujos de información... todo ahora va a velocidad cuasi superlumínica. Quizás el biznieto de este señor de la fotografía rige ahora los destinos del planeta

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  2. Hay algo en estas fotografías del daño ajeno que siempre me deja rebotando: la calma a la que haces referencia. Es como si ese hombre retratado no fuera una persona, se parece más al perro de 'él nunca lo haría' tal vez sea al contrario y el can esclavo se parezca al negro esclavizado, y nosotros de algún modo estemos siendo adiestrados para levantar la pata cuando nos chisten. Mordamos la mano que nos quiere racionar la comida y atar corto.

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